Gracias por enseñarme a ser más fuerte, a no creer en todo lo que me dicen, a no confiar en personas que no se lo merecen, aprendí que no es oro todo lo que reluce, aprendí de mis errores, sé que de cada cuatro palabras que salían por tu boca tres eran de mentira y la cuarta de cascarilla, pero… no creas que de verdad te estoy dando las gracias, en realidad son para mi mismo por tropezar 20 veces con la misma piedra pero no darme por vencido hasta que de verdad no puedo levantarme, por quitarme la venda de los ojos a tiempo. Lo bueno que se puede sacar de aquí es que por cada persona como tú debe haber otras dos o tres que de verdad merecen la pena.